Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » CINCO MINUTOS CON … los migrantes climáticos

Actualmente más del uno por ciento de la humanidad huye de sus países y regiones de origen a consecuencia de la persecución, los conflictos, la violencia, las violaciones de derechos humanos, el cambio climático y los desastres naturales. Esto es lo que nos permite afirmar junto a las Naciones Unidas que la gran migración, en realidad, ya ha comenzado. Las crisis migratorias que se viven en muchas regiones del planeta suponen una fuente de inseguridad, de tensión y conflicto social, de problemas económicos, logísticos y éticos. Pero muy pocas veces pensamos que detrás de esas personas que abandonan su hogar hay, en realidad, un problema ambiental grave, relacionado, la mayor parte de las veces, con el cambio climático.

De hecho, más de la mitad de los movimientos humanos se producen por razones ambientales. A medida que su tierra les falla, unos 25 millones de personas cada año, desde América Central hasta Sudán o el Delta del Mekong, se verán obligadas a elegir entre huir o morir. Más de 140 países del mundo están afectados por estas migraciones, tal como registra el del Centro de Monitorización de Desplazamientos IDMC.

Hoy apenas un 2% de la superficie terrestre es demasiado caliente para ser ocupada por humanos, pero el valor crece con rapidez y en solo 50 años podría subir al 19%. Lo mismo ocurre con la frecuencia e intensidad de los huracanes o con las inundaciones provocadas por la subida del nivel del mar y los cambios abruptos en las precipitaciones. Aun cumpliendo el acuerdo de Paris de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, las migraciones climáticas aumentarán un 50% para finales de siglo. Pero si no lo cumplimos podrían aumentar hasta un 350%. Dimensionar estos movimientos de población es difícil. Quizá ayude un dato más: las sequías, las inundaciones y las lluvias torrenciales han movilizado desde el 2008 a más de 280 millones de personas en todo el mundo, es decir, tres veces más personas que se desplazaron por guerras y conflictos “tradicionales” durante el mismo periodo de tiempo. No solo tenemos que estar preparados para todo esto: ¡tenemos que evitar que ocurra!

La mayor parte de los desplazamientos por desastres naturales se produjo en Asia Oriental y Pacífico y Sur de Asia como consecuencia de las lluvias, monzones, tifones, terremotos y ciclones, que afectaron especialmente a India y Bangladesh. África Subsahariana vio cómo se desplazaban 3,4 millones de personas por inundaciones generalizadas y por los ciclones Idai y Kenneth.

Los migrantes que cruzan fronteras naturales y administrativas cuestionan la naturaleza misma de estas fronteras y hacen tambalear nuestro sistema, nuestra convivencia, nuestras administraciones. Si no comprendemos las razones últimas de los movimientos de la población humana no nos acercaremos nunca a resolver de verdad el problema.

Evidentemente el cambio climático nunca es el único factor ya que amplifica procesos de urbanización, cambios de actividades económicas, conflictos bélicos y étnicos asi como intereses geoestratégicos. El cambio climático opera en combinación con otros factores como la pobreza, la falta de trabajo y la sobrepoblación, pero también con otros problemas ambientales como la mala gestión del agua y de los residuos o las distintas formas de contaminación.

En los últimos cinco años más de 7000 niños han cruzado una de las fronteras naturales más peligrosas del mundo: la selva del Darién, la frontera que separa América central de América del Sur. Es una selva tropical llena de animales peligrosos, enfermedades, condiciones climáticas extremas y bandas criminales y paramilitares. Muchos mueren cruzándola, pero allá de donde vienen los riesgos de morir son ya muy elevados. Esto es lo que pasa en otras muchas fronteras en África o en Asia, en el Atlántico o en el Pacífico. Un clima diferente y extremo es el detonador de muchos de estos arriesgados movimientos migratorios.

Damos por sentado que los migrantes climáticos en Europa vienen de fuera de Europa. Aunque es cierto que la región del Sahel y el África subsahariana genera grandes oleadas de migrantes que llegan a nuestro continente, el cambio climático en Europa genera una importante masa de migrantes europeos. De hecho, España está entre los cuatro países europeos con mayor número de migrantes climáticos: miles de personas se ven forzadas en nuestro propio país, cada año, a desplazarse debido a tormentas, incendios, inundaciones y cambios en el nivel del mar y su oleaje debidas al cambio climático o amplificadas por él. Sin embargo, los desplazamientos climáticos en la Península pueden tener una dimensión de esperanza: el reasentamiento de poblaciones afectadas en zonas despobladas puede ser una medida adaptativa y cohesionadora para la España vaciada.

La desigualdad y la pobreza van de la mano del cambio climático. Y también desigualdades de género: las mujeres están entre los sectores más vulnerables Tanto es así, que el 80% de las personas desplazadas por la crisis climática son mujeres. Frente a esta situación hay que proteger y protegerse con sociedades más informadas, cohesionadas y solidarias.

La expresión refugiado climático se escucha a menudo en los medios de comunicación, pero el concepto es confuso porque la figura del refugiado climático no es recogida por el derecho internacional y ello dificulta su protección y cuantificación. Las migraciones climáticas requieren de una protección jurídica aún no prevista en la Convención sobre el estatuto de los Refugiados. Una reciente resolución del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha reconocido al cambio climático como una amenaza para el derecho fundamental a la vida, sentando un importante precedente y abriendo una puerta a ampliar el derecho de asilo al caso de quienes huyen de un clima inhóspito. No obstante, con la Convención de Ginebra en la mano aún no existe la figura del refugiado climático.

Los migrantes climáticos deben movernos a actuar en tres frentes: el humanitario, el jurídico, y, sobre todo, el ambiental. Porque no es tanto una cuestión de tratar bien a los migrantes como de evitar que millones de personas tengan que abandonar sus hogares cada año por nuestras emisiones de gases con efecto invernadero.

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

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