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Un esfuerzo audiovisual para describir y explicar aspectos importantes, urgentes o fascinantes de la vida silvestre, del estado del medio ambiente y de los factores que influyen en la salud planetaria.
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12:34
41 - 2020 el año en el que tembló la salud de la humanidad
2020 fue un año histórico, terrible, de absoluto récord. Es un año en el que la salud de la humanidad sufrió un duro golpe, en el que la civilización estuvo detenida durante semanas o meses... un año que no queremos repetir y por tanto del que tenemos mucho que aprender. Ya nadie cuestiona la estrecha relación entre nuestro bienestar y nuestra salud con un medio ambiente bien conservado. Un 2020 bien entendido podría ser el impulsor del necesario cambio en nuestra sociedad para revertir nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza. 2020 fue también récord en cuestiones positivas y esperanzadoras, que nos muestran lo mucho que podemos lograr cuando coordinamos esfuerzos y voluntades. Se logró una vacuna en un tiempo récord. Europa acuerda un presupuesto multimillonario para transformar, en clave de sostenibilidad, nuestra economía y nuestra sociedad. En medio de grandes cambios globales, todos y cada uno de nosotros vivimos situaciones difíciles que nos pusieron a prueba. No olvidemos el 2020. Aprendamos las lecciones que se desprenden de estos 365 días irrepetibles.
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07:06
30 - Cerebro global
Cerebro global
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Nos enfrentamos a desafíos globales. Cambio climático, extinción de especies, crisis ambiental, colapso de nuestro sistema socioeconómico… ¿Estamos preparados para afrontarlos? ¿Tenemos la capacidad cognitiva para abordar cuestiones complejas y globales?
La respuesta es “de entrada no, pero entrenando nuestro cerebro parece que podemos lograrlo. Además, hay gran diversidad entre personas y algunas muestran mayores capacidades de globalización”
Empecemos por comprender los limites básicos de nuestro cerebro.
La ciencia ha estudiado nuestro cerebro en relación al reconocimiento de patrones, a la visión del color o a la percepción del habla porque se suponía que evolucionó para ocuparse de tareas esencialmente ecológicas de resolución de problemas. De esta forma, nuestras potentes capacidades visuales, por ejemplo, han conformado nuestro cerebro.
Sin embargo, los investigadores Aiello y Dunbar encontraron una relación directa entre el tamaño del neocórtex (la parte mayoritaria de nuestro cerebro, el llamado cerebro de la racionalidad) y la cantidad de miembros que forman los grupos sociales. Mientras más grandes los grupos sociales, mayor es el neocórtex de los primates. Esto abrió una visión diferente de nuestro cerebro, la visión social.
Esta visión de la inteligencia social y de cómo nuestro cerebro ha sido moldeado en la evolución por las ventajas de la colaboración contrasta con la visión sostenida durante más de un siglo y medio en neurociencia de que los cerebros evolucionaron solo por la necesidad de procesar información objetiva del mundo. Sin embargo, ahora sabemos que la sociedad y la cultura han modelado nuestro cerebro. No solo nuestro cerebro ha dado lugar a la sociedad y a la cultura, sino que ha sido, a su vez, un producto de éstas.
Esto abre una puerta al optimismo: sociedades complejas enfrentadas a problemas globales pueden seguir estimulando la evolución de nuestro cerebro.
Buenas noticias, quizá, pero son noticias a largo plazo… porque la evolución va despacio. Requiere de varias generaciones para operar…
¿No hay opciones más rápidas? Estamos ante problemas no solo graves sino urgentes…
Bueno,… una opción rápida es la colaboración entre personas diferentes y complementarias. Equipos de personas no solo con distintas formaciones profesionales sino con distintos cerebros, cerebros diferentes que les permitan abordar problemas de forma diferente
¿Podrá nuestro cerebro, el de cada uno de nosotros, atenderlos bien y a tiempo?
¿Qué hay de la adaptación de un mismo individuo? ¿Puede el cerebro cambiar durante la vida de una persona?
Si. También aquí hay buenas noticias. Pero los cambios no se consiguen sin esfuerzo, hay que entrenar duro…
El cerebro es sorprendente por lo que se conoce como plasticidad fenotípica. Mediante su gran plasticidad, el cerebro puede acomodarse y transformarse ante situaciones, ambientes, circunstancias y estímulos diferentes.
Es fascinante lo que numerosos científicos han aprendido sobre las personas que carecen del sentido de la vista. El cerebro de los ciegos reinventa a través del sonido lo que no puede ver.
Muchos ciegos no solo son capaces de generar un mapa visual a partir de los sonidos emitidos en el ambiente sino que algunos pueden visualizar espacios y objetos a partir de los rebotes de las ondas sonoras. Pueden «ver» el entorno en la oscuridad, integrando por ecolocación los patrones de reflexión de las ondas acústicas, de forma parecida a los murciélagos pero también ballenas, musarañas o vencejos. Ondas que incluso se pueden generar, por ejemplo, golpeando rítmicamente el suelo con un bastón, igual que un radar. Algo sorprendente que el paleoneurólogo Emiliano Bruner considera verdaderos superpoderes y que permiten al cerebro abrir nuevas puertas cuando algunas se cierran.
Pero estos superpoderes no se logran sin esfuerzo. Son el fruto de un largo y continuo entrenamiento del sistema nervioso central. Las alternativas cognitivas, las vías sorprendentes y diferentes de nuestro cerebro se descubren y se desarrollan en la vida de una persona ante casos extremos.
La ciencia aún no sabe con precisión el grado en el que la plasticidad cerebral nos permite forjar nuestras propias capacidades, pero la humanidad se encuentra ante una encrucijada en la que conviene ejercitar esta plasticidad de forma consciente y activa. El propio Santiago Ramón y Cajal ya adelantó que cada persona puede ser, si se lo propone, escultora de su propio cerebro.
Nuestros cerebros son todos muy diferentes, y muy diferente es, por tanto, la realidad que perciben y que generan. Debemos aprovechar esa diversidad para trabajar en equipo ante desafíos cognitivos como la globalidad… y debe estimularnos a entrenar nuestro cerebro y a prepararlo para los inmensos retos que se abren ante la insostenibilidad de nuestro modelo socioeconómico.1,1K73205/07/2020 -
08:00
24 - Pandemias y biodiversidad
La biodiversidad nos protege de muchos de estos virus y en general atenúa los posibles impactos, minimizando los riesgos de infección a humanos y sobre todo de que se dispare una pandemia. Multitud de estudios lo avalan… pero… ¿Cómo ocurre exactamente?
Existen tres mecanismos de protección, uno de control de las poblaciones infectadas y dos de cortafuegos del contagio.
1. Control poblacional. La biodiversidad establece relaciones de control en la abundancia de las poblaciones de unas y otras especies. La presencia de muchas especies atenúa posibles explosiones demográficas de las especies que actúan de huéspedes de los patógenos. Por ejemplo, los predadores regulan las poblaciones de sus presas, la cantidad de presas regula la cantidad de predadores, los parásitos regulan las poblaciones de predadores y presas, las especies que compiten entre sí o que se necesitan mutuamente regulan sus densidades y son reguladas en ecosistemas ricos en especies.
2. Por dilución. La biodiversidad de especies hace que los virus (o patógenos en general) se alojen en huéspedes intermedios no adecuados para su propagación, quedando el virus frenado en esa especie intermedia y la carga vírica global diluida
3. Por amortiguación. Es similar a la dilución pero a nivel intraespecífico. Se debe a la biodiversidad dentro de una especie y no entre especies. La diversidad genética de una misma especie que actúa como hospedador del virus o del patógeno favorece el desarrollo de resistencia, ya que ciertos individuos no sufren la enfermedad y son capaces de bloquear al virus. Lo estamos viendo en nosotros mismos, con grandes diferencias entre personas, unas que apenas sufren la enfermedad otras que enferman gravemente, algunas que son grandes propagadoras siendo asintomáticas y toda una variedad de respuestas al virus. Esta diversidad de respuestas favorecida por la diversidad genética, aumenta las posibilidades de generar resistencia, reduce significativamente la transmisión y el contagio, y reduce, al igual que la dilución, la carga vírica global y el riesgo de pandemia. Poblaciones genéticamente empobrecidas son por tanto vulnerables a los patógenos y suponen un riesgo de transmisión a humanos.
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Gracias. Fernando.38,5K8844112/04/2020 -
14:17
23 Coronavirus un desafío a nuestro modelo social
Hoy, más de 3.000 millones de personas, más de la mitad de la humanidad, estamos confinados en nuestros hogares por el coronavirus. El coronavirus protagoniza una pandemia que está batiendo todo tipo de records sanitarios, biológicos, económicos y, sobre todo, sociales y emocionales.
Bajo la monotonía de estos días terribles de confinamiento e incertidumbre alimentamos el deseo de que todo termine. Y terminará. Y tendremos delante la lista de buenos propósitos que nos hacemos en estos días, de vivir mejor la vida, de no dar importancia a lo que no la tiene, de no caer en los errores que nos trajeron aquí… Corremos el grave riesgo de olvidarlo todo tan pronto abramos las puertas de nuestras casas por fin… Pero como decimos cada 31 de diciembre, (…) dejémoslo, por lo menos, anotado en un papel en la puerta de la nevera …
El virus ha puesto en jaque todos los sistemas sanitarios nacionales e internacionales, pero no hay sistema sanitario de ningún país, no hay cuerpo de seguridad de ningún estado capaz de protegernos en la escala y con la fiabilidad con la que lo hace la naturaleza. Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la salud indicaron hace tiempo lo que ahora estamos sufriendo: no estamos preparados para una gran pandemia. Y lo dijo y lo dice a la vez que anuncia que cada vez habrá más.
El efecto protector de la naturaleza ante patógenos e infecciones se conoce desde antiguo y hace ya varias décadas que los científicos lo han demostrado. En las zoonosis hay normalmente varias especies implicadas, con lo que cambios en la diversidad de animales y plantas afectan a las posibilidades de que el patógeno entre en contacto con el ser humano y lo infecte. El efecto protector de la biodiversidad por dilución fue planteado por Keesing y colaboradores hace quince años, en un importante artículo en la revista Nature. Este efecto protector por dilución de la carga vírica fue demostrado unos años más tarde por Johnson y Thieltges. El efecto protector por amortiguamiento de la biodiversidad se demostró para el caso del virus del Nilo y la diversidad de aves por Ezenwa y colaboradores en el año 2006.
Estamos llevando a la vida a su sexta gran extinción, amenazando el futuro de un millón de especies, a un ritmo mil veces mayor que la tasa de extinción natural. Estamos empobreciendo y simplificando los ecosistemas, dejando solo las especies que nos interesan o incluso poniendo o, mejor, imponiendo, a aquellas que nos interesan. Bosques simplificados que se vuelven muy sensibles a cambios y perturbaciones ambientales. Bosques que no amortiguan los extremos de calor y frío. Bosques que no cumplen bien sus funciones ecológicas. Y, ahora nos volvemos a dar cuenta, bosques que apenas nos protegen de las zoonosis.
De esta manera llegamos a … ¡la ecuación del desastre! Una simple ecuación en la que la magnitud del desastre resulta de estas tres variables clave. La suma de la desigualdad social y la destrucción ambiental es a su vez multiplicada por la globalización. Hay que reflexionar sobre los ingredientes de este desastre para no seguir sufriéndolo.
El gran problema actual de la humanidad es que los seres humanos nos concebimos como algo diferente y separado de eso que llamamos medio ambiente, naturaleza o biosfera. Somos inmensamente ciegos a la hora de ver que todo lo que hacemos al resto de la biosfera se lo hacemos a nuestra salud, a nuestra economía, a nuestra sociedad.
¿Somos tan ciegos que no vemos El elefante en la habitación? … ¿Es que nadie lo ve? ¿o acaso sólo nos acordamos de él cuando nos vemos en dificultades extremas? ¿Cómo podemos pensar que destruir los ecosistemas y sobrexplotar los recursos no va a tener consecuencias profundas en nuestras vidas? ¿Qué tiene que ocurrir para abrirnos los ojos, para que relacionemos las noticias con los procesos físicos y biológicos que las explican? La pandemia del coronavirus, como el 70% de las enfermedades emergentes de los últimos 40 años, la hemos provocado directa o indirectamente nosotros mismos. La culpa no es de murciélagos o pangolines, sino de nuestros nuevos hábitos globales en medio de una naturaleza que ya está simplificada y empobrecida, y que no cumple muchas de las funciones. Que no cumple con nuestra protección, ahora que tanto la necesitamos.
Vivimos de espaldas a la naturaleza, pero nuestra salud depende de ella mucho más de lo que pensamos. Vendrán más virus y no habrá sistema sanitario que pueda contenerlo. Solo una naturaleza rica y funcional, con los adecuados niveles de biodiversidad, podrá regular y amortiguar los impactos de las futuras zoonosis en la humanidad. Si realmente aspiramos a un mundo más feliz, si nos proponemos mejorar nuestro bienestar y el de las generaciones futuras no tenemos más remedio, no existe otra alternativa, que conservar, restaurar y mimar los ecosistemas que nos rodean, asegurándonos de no dejar … a ninguna especie fuera!285K4,5K16105/04/2020 -
08:44
22 Colaboracion entre iguales
A lo largo de la evolución, prácticamente todos los tipos de organismos han explorado y se han beneficiado de la colaboración entre iguales, del trabajo colectivo y del apoyo mutuo. Vamos a repasar 6 casos de estudio.
1 BACTERIAS
La mayoría de las bacterias viven en algún tipo de colonia que se organizan en los llamados biofilms.
Los biofilms se crean cuando las bacterias de vida libre perciben una superficie, se adhieren a ella y, a continuación, elaboran señales químicas para coordinar la diferenciación y la formación de estructura, en especial el desarrollo de una cubierta protectora de polisacáridos. Las bacterias logran grandes ventajas de vivir en biofilms. Adquieren una gran resistencia a los antibióticos siendo capaces de sobrevivir frente a concentraciones antibióticas miles de veces mayores la bacterias que viven de forma libre.
2 La ayuda de los ARBOLES aparentemente muertos
Un reciente estudio ha mostrado como árboles que han perdido la mayoría de sus ramas y prácticamente todas sus hojas cumplen un papel fundamental en la población, ayudando de manera notable a la circulación del agua y por tanto al crecimiento y a la tolerancia a la sequía de sus congéneres próximos que conservan ramas y hojas funcionales.
3 El caso de las ORCAS
Las orcas son mamíferos marinos extremadamente inteligentes, capaces de comunicarse y de coordinar complejas estrategias para cazar en equipo con otros miembros de su clan. Sus estrategias de caza están finamente acopladas al tipo de presa y resultan en una eficacia inalcanzable para los individuos del clan si no colaboraran. Cada presa requiere maniobras diferentes, pero en todos los casos es preciso ponerse de acuerdo y ayudarse.
4 LA HIPÓTESIS DE LA ABUELA Y LA EVOLUCIÓN HUMANA
La hipótesis de la abuela indica que la figura de la abuela permitió un mayor desarrollo cognitivo y una mayor longevidad de la especie humana. Investigando a los hadza, un pueblo de Tanzania que en los años 80 aún vivía de la caza y la recolección, la antropóloga Kristen Hawkes de la Universidad de Utah vio que eran las abuelas las que buscaban alimento para los más pequeños. Descubrió que la caza no era tan central como se creía y vio, además, cómo el rol de las abuelas permitía a las mujeres concentrarse en la cría de los lactantes y, luego, tener otros hijos sin dedicar mayor cuidado a los que ya habían crecido. Mediante modelos de simulación matemática, Hawkes y su colega Kim lograron establecer, en 2012, que con la ayuda de las abuelas se pudo doblar la esperanza de vida en primates en los últimos 60.000 años de evolución
5 LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS CLIMÁTICOS
El cambio climático trae un nuevo desafío para nuestra especie: las migraciones a gran escala disparadas por un clima adverso.
Lo que sabemos es que por ejemplo, solo en el año 2018 hubo 17,2 millones de desplazados climáticos y más de siete millones en los primeros seis meses de 2019.
Lo que también sabemos es que los migrantes climáticos no solo necesitan ayuda, ellos mismos ayudan, son personas refugiadas que trabajan para mejorar el planeta. Están lejos de sus hogares, pero eso no impide a estos refugiados movilizarse y promover proyectos para combatir el cambio climático. Plantan árboles, construyen refugios con botellas de plástico, limpian o reciclan. Son personas comprometidas con el mundo en que viven y con el medio ambiente. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha recopilado numerosos ejemplos de un auténtico círculo virtuoso de colaboración en el que quien recibe ayuda es más propenso a ayudar.
6 LA PARADOJA HISPANICA
La paradoja es una conclusión epidemiológica: los hispanos o latinos en los Estados Unidos tienen niveles de salud substancialmente mejores y una longevidad también claramente mayor que la población blanca, a pesar de su menor estatus socioeconómico. Hoy en día es uno de los temas de investigación médica más importantes de Estados Unidos. Una de las explicaciones más importantes para la paradoja hispánica es el efecto barrio. Los hispanos tienden a vivir juntos y a prestarse más ayuda mutua que la población blanca. Un estudio de ancianos mexicano-estadounidenses, que vivían en zonas con un mayor porcentaje de mexicano-estadounidenses, reveló que tenían menor mortalidad (vivían siete años más en promedio).
Todos estos casos, desde las bacterias hasta nosotros mismos, desde los árboles, a las orcas, desde la hipótesis de la abuela en la evolución humana hasta el círculo virtuoso de colaboración de los migrantes climáticos o el efecto barrio en la paradoja hispánica son demostraciones palpables de que colaborar entre iguales trae notables beneficios… Para el psicólogo evolutivo Michael Tomassello el elemento definitorio de la humanidad es la “intencionalidad de compartir”. Ojalá tomemos consciencia de todo esto pronto y lo podamos poner en práctica a escala global.1,6K75014/03/2020 -
05:39
21 Juntos perduramos
La riqueza y variedad de especies de plantas, animales y todo tipo de organismos vivos ha fascinado desde siempre al ser humano. Comprender la coexistencia de millones de especies en el planeta es todavía hoy un desafío para los científicos.
Durante mucho tiempo se ha impuesto la noción de que la lucha por la supervivencia, las peleas y la competencia dominaba la estructura y composición de los ecosistemas en toda la Tierra.
La influencia del Darwinismo con su selección natural y la supervivencia del más apto como mecanismo evolutivo que descarta a los individuos peor adaptados en una lucha constante por desplazar sin ser desplazado ha sido tan importante científicamente como clave para influir nuestra manera de ver los sistemas naturales.
Durante décadas hemos interpretado las comunidades de animales y plantas como una selección de los más agresivos. Aplicábamos lo que se conoce como principio de exclusión competitiva enunciado antes de la segunda guerra mundial por el ecólogo ruso Georgii Frantsevich Gause.
La noción de que las especies más agresivas se acaban imponiendo contó con el apoyo de modelos matemáticos como el modelo predador presa de Lotka-Volterra y los estudios empíricos de MacArthur. Sin embargo, pronto surgieron excepciones, sistemas donde la exclusión competitiva no se cumple. Por ejemplo, la conocida “paradoja del plancton” que nos recuerda que muchas especies similares coexisten en mar abierto y no acaba de imponerse y dominar ninguna.
De hecho, son el conjunto de las especies raras, las especies que nunca están en grandes cantidades, el componente principal de la biodiversidad. En las comunidades naturales del planeta, la mayoría de las especies son escasas. Muchas especies representadas por tan solo algunos individuos son la esencia de la mayoría de los ensamblajes o comunidades de organismos que componen los ecosistemas de la Tierra.
A pesar de que la idea de que las especies raras son el componente mayoritario de las comunidades de animales y plantas está bien demostrada, los mecanismos que explican la convivencia de todas estas especies no acaban de entenderse bien.
En un estudio publicado en 2019 en la revista Nature (Ecology and Evolution), Calatayud y colaboradores han encontrado que las especies abundantes y las raras establecen distintos tipos de relación con las demás. Mientras las especies comunes mantienen relaciones negativas o de competencia con las demás, la mayoría de las especies, es decir, las raras, establecen en general relaciones positivas, de ayuda o facilitación mutua.
El trabajo tiene dos puntos importantes. En primer lugar, se apoya en un recorrido de comunidades por todo el planeta. En la figura se muestran los ecosistemas estudiados. En verde, las comunidades en las que las especies raras establecen relaciones positivas (círculos para las plantas, triángulos para los animales). En rojo, las escasas excepciones a este patrón. Se observa claramente que predominan globalmente y en un amplio abanico de ecosistemas y climas, las relaciones de colaboración o facilitación. Las especies raras se ayudan y eso permite la coexistencia. La cooperación es, por tanto, la base de la biodiversidad.
El segundo punto interesante del estudio es que reconcilia las dos ideas o hipótesis principales para explicar cómo se ensamblan las comunidades: la exclusión competitiva se verifica para las especies abundantes, mientras que para las especies raras, es decir, para la mayoría de las especies, se aplica la regla de la colaboración o facilitación mutua.
Con este tipo de estudios se explica cómo es posible la coexistencia de tantas especies en el planeta. Pero, además, estos estudios nos deben mover a una reflexión más profunda sobre el modelo de sociedad al que podemos aspirar. Estos estudios sugieren, por analogía, que la diversidad cultural y étnica de nuestra especie solo puede mantenerse a largo plazo mediante la colaboración y no mediante la competencia y la exclusión del más débil.
La humanidad está compuesta por un gran número de grupos geográficos, culturales y étnicos poco abundantes al que se suman unos pocos grupos que son abundantes. Debemos aspirar a una sociedad donde predominen las relaciones positivas, esenciales para coexistir y por tanto para conservar la diversidad a largo plazo. Debemos hacerlo no sólo por razones morales, éticas o espirituales, sino, también y sobre todo, por razones puramente prácticas y funcionales: la diversidad es la base de una mayor funcionalidad y una capacidad también mayor para responder y adaptarse a crisis, cambios y perturbaciones1,8K96607/03/2020
Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.
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