Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » Inactivistas climáticos y las mil caras de los negacionistas

Video realizado en colaboración con HOPE (En pie por el planeta)

Hay una guerra en marcha y es muy probable que, sin saberlo, estés siendo un actor en ella. El consenso científico sobre la amenaza del cambio climático se alcanzó hace más de 30 años. Sin embargo, las fuerzas de la inacción, los inactivistas, como los denomina el científico Michael Mann en su libro La Nueva Guerra del Clima, han conseguido reinventarse una y otra vez para orquestar una campaña de comunicación y presión política SIN PRECEDENTES en la historia con la intención de frenar la transición a las energías limpias y desacreditar a la ciencia.

Estas son las 6 tácticas que utilizan. Y atención, porque hay algunas que no te esperas: 1 Negación, 2 Deflexión, 3 División, 4 Desinformación, 5 Descrédito y 6 Desesperanza ¿En qué consisten?

1. Negación. El cambio climático es una farsa, la ciencia no está clara, hay distintas versiones entre los científicos… Bueno, esto ya no lo dice prácticamente nadie porque ha dejado de ser creíble.

El discurso de este tipo de inactivistas se ha desplazado a ”el cambio climático es natural”, “no está claro que lo estemos causando nosotros” o, “no hay por qué alarmarse, el clima siempre ha cambiado”. Decir esto, en 2021 a sabiendas de que es falso y evitar que podamos reaccionar a tiempo, es probablemente uno de los peores crímenes, por su alcance, que se puedan cometer.

Porque, sí, los cambios climáticos son habituales en la historia de la Tierra, pero los cambios climáticos naturales ocurren en escalas de miles de años, no de décadas. Cuando el cambio es demasiado rápido, los ecosistemas no pueden adaptarse y se produce una extinción masiva. La Tierra ya ha conocido 5. Y el calentamiento. que estamos provocando, principalmente al quemar combustibles fósiles, es, al menos, 10 veces más rápido que cualquier cambio climático registrado jamás.

Esto, por supuesto, lo saben las petroleras. De hecho, un informe interno de los científicos de ExxonMobil en 1980 alertaba del problema con una precisión alucinante, lo achacaba directamente a la quema de combustibles fósiles y advertía de “devastadores efectos climáticos” si no dejábamos de usarlos. La respuesta de la compañía? Esconder el informe e invertir miles de millones de dólares en desinformar, difamar a los científicos y bloquear las regulaciones para reducir emisiones. Esto está perfectamente documentado e incluyó la financiación de fundaciones, centros de estudios “científicos” con informes a la carta, medios de comunicación regados de dinero, financiación generosa de campañas de políticos negacionistas… y así hasta hoy. El 25% de los mensajes escritos en twitter sobre cambio climático son obra de bots negacionistas, y su dinero sigue irrigando la poderosa maquinaria de la inacción.

2. Deflexión. Vale, el cambio climático es un problema, la solución está… en tus manos! Lo creamos entre todos por nuestro modo de vida, y en nuestras manos está ponerle fin. No nos liemos con regulaciones, legislación ambiental, prohibiciones o ponerle precio a la contaminación. No esperemos a los políticos. Tú eres el cambio. Ve a la compra con una bolsa de tela, monta en bici y hazte vegano. ¡Juntos podemos!

El término huella de carbono individual salió de los laboratorios de la petrolera BP en 2004, que además creó la primera calculadora de huella de CO2 del mundo. La táctica es sencilla, desviar la atención y repartir la culpa entre los ciudadanos. Mientras miramos y nos peleamos por nuestras huellas de carbono, no nos centramos en la madre del cordero: los cambios estructurales. Sin ellos no es posible dejar de usar combustibles fósiles para prácticamente todo, por mucho que llevemos una bolsa de tela al supermercado. Por supuesto que tenemos que cambiar nuestros hábitos, pero sin legislación para abandonar los combustibles fósiles, que representan el 75% de las emisiones es sencillamente imposible cumplir los objetivos climáticos. Divulgar, votar, presionar, movilizarse es crucial. Los Gobiernos responden a presiones, y ceden de forma vergonzosa a los poderes fácticos. Es hora de que ignorar la acción climática sea algo que ningún partido pueda permitirse si quiere tener un voto.

3. División. Mientras nos tiramos los trastos a la cabeza o debatimos sobre la carne o el hecho de volar para ir de vacaciones o no, la máquina sigue quemando petróleo y el dinero sigue fluyendo.

Por otro lado está, por supuesto, difamar a todo aquel que destaque y se oponga a los intereses de las petroleras, relacionándolo con oscuros intereses, teorías de la conspiración, donde no pueden faltar, por supuesto, Bill Gates, Soros, los iluminati y el Nuevo Orden Mundial. Los millonarios con las manos más sucias de la historia te quieren convencer de que dejar de contaminar y destruir el planeta es algo que te perjudica. La campaña de intoxicación alrededor de Greta Thunberg, una niña cuyo mensaje central era: escuchen a los científicos y háganles caso” que ha sido difamada de forma repugnante a través de bulos, teorías de la conspiración, relacionándola con poderes oscuros… insisto, el mensaje de esta niña era: escuchen a los científicos. Se la ha llamado de todo.

4. Desinformación. Minar las alternativas. Entorpecer la comunicación, mentir, sembrar dudas infundadas sobre las posibles soluciones.¿Cuántas veces has escuchado que en realidad los coches eléctricos contaminan más que los de gasolina? O los graves problemas ambientales de las baterías de litio. Lo poco fiables que son las renovables, la demanda altísima de minerales que hace imposible una transición total… Lo cierto es que hay DECENAS de estudios científicos que demuestran que hay soluciones y que son viables. Es perfectamente realizable, con la tecnología que tenemos hoy, completar una transición casi total a las renovables y abandonar los combustibles fósiles por completo, llegando a emisiones cero en poco tiempo y reduciendo el impacto ambiental de forma incalculable.

5. Descrédito científico. Cuando te recetan un antibiótico cada 8 horas… te tomas un antibiótico cada 8 horas. No cada 3 días, verdad? Porque eso sería totalmente acientífico, no tendrían ningún sentido. Bien, pues el descrédito hacia la ciencia climática ha llegado a tal punto, a ser tan exagerado, que incluso Gobiernos supuestamente comprometidos se permiten marcarse objetivos de reducción de emisiones MUY por debajo de lo prescrito por la ciencia y salen a defenderlos con la cabeza bien alta. Señores, nos vamos a tomar un antibiótico cada 3 días y vamos a curarnos de la infección.

Eso es exactamente lo que están diciendo, aún hoy, una gran mayoría de los Gobiernos del mundo.

6. Desesperanzar. Es muy tarde ya, no hay tiempo, en diez años el clima será salvaje y nuestra sociedad colapsará. No hay nada que podamos hacer. Por tanto, no hagamos nada. Exagerar y simplificar los peores escenarios climáticos genera una situación terrible que tiene algunas pinceladas de realidad. Pinceladas que vienen, precisamente, de seleccionar palabras y datos sueltos del mensaje de los científicos. De esta forma, la construcción de un apocalipsis inevitable nos derrota antes de empezar.

Hay una guerra en marcha, de un lado, la ciencia, la razón, la vida, los que quieren detener el cambio climático. Del otro la avaricia, la mentira, la destrucción de la naturaleza, los que no quieren detener el cambio climático. Una forma clásica de perder una guerra es no reconocer que existe. Pero aquí hay una y tenemos que reconocer que los inactivistas no van a jugar limpio con nosotros. No van a participar en una conversación de buena fe basada en hechos y en argumentos lógicos. Y los inactivistas cuentan con una ventaja: es más fácil parar una cadena de acciones que llevarlas a cabo.

Pero nosotros contamos con otra: la evidencia irrefutable de que estamos en lo cierto. Del resultado de esta batalla depende el futuro mismo de la vida en la Tierra. Sobre todo, y muy especialmente de la nuestra.

Video realizado en colaboración con HOPE (En pie por el planeta)

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

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