Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » El agua es una bomba de relojería para 2.100 millones de personas

El hogar de una de cada tres personas está amenazado por la escasez de agua asociada al cambio climático. Las zonas secas, el hogar de 2.100 millones de personas, están siendo especialmente impactadas por el nuevo clima que ya ha afectado a 213 millones de personas que viven en estas regiones. Presentes en todos los continentes, aunque con mayor presencia en África y Asia, las tierras secas son la base de miles de importantes comunidades rurales y urbanas, incluidas algunas de las mayores ciudades del mundo, como El Cairo, Ciudad de México o Nueva Delhi. Las tierras secas constituyen el 41% de la superficie terrestre mundial y el 45% de la superficie agrícola. Ahora sabemos que el agua, su punto más débil, se está convirtiendo en una amenaza todavía mayor: las zonas secas se encuentran entre los ecosistemas más vulnerables al cambio antropogénico del clima y corren grave riesgo de desertificación. Sólo en el periodo 1982-2015, el 6% de las tierras secas del mundo de las tierras secas del mundo sufrieron una desertificación profunda debido a las prácticas insostenibles en el uso de la tierra agravadas por el cambio climático antropogénico. A pesar de haber favorecido un reverdecimiento global, el cambio climático ha degradado ya el 12,6% de las tierras secas, es decir, la friolera de 5,4 millones de km2. Resulta particularmente difícil la resolución de estos problemas y la prevención eficaz de los riesgos crecientes de desertificación porque el 93% de las comunidades afectadas se localizan en países económicamente desfavorecidos.

Las tierras secas se definen por una relación inferior a 0,65 entre la precipitación media anual y la evapotranspiración, es decir la pérdida de agua por evaporación y por la transpiración de animales y plantes. La escasez de agua propia de estas zonas afecta tanto a los ecosistemas naturales como a los gestionados por el ser humano, y limita la ganadería, la agricultura, así como la producción de madera y forraje, reduciendo la prestación de numerosos servicios ambientales. Durante milenios, las tierras secas se han visto muy alteradas por una combinación de factores naturales de tipo climático (precipitaciones erráticas y en ocasiones torrenciales, sequías intensas y fuertes olas de calor) o biológico como las plagas de langostas, y, sobre todo, por actividades humanas como el uso del fuego para gestionar la vegetación, el pastoreo extensivo, la recolección de madera y otros productos forestales, así como por la práctica de diversos cultivos. Los suelos de las tierras secas suelen ser muy vulnerables a la erosión eólica e hídrica, están sometidos a una intensa meteorización mineral y son poco fértiles debido al bajo contenido de materia orgánica en la capa superior del suelo.

Comprender el papel del cambio climático antropogénico, que incluye tanto la alteración del régimen de precipitaciones como el efecto de la fertilización por CO2, así como el de los distintos usos de la tierra en el impulso de la desertificación es esencial para dar respuestas políticas eficaces ante la desertificación creciente de estos extensos territorios. Pero este papel sigue estando mal cuantificado, con diferencias metodológicas que dan lugar a grandes variaciones en la atribución de los efectos observados a cada una de las amenazas, fundamentalmente cambio climático y cambios en los usos de la tierra. Por ello, el trabajo Burrell y colaboradores (Nature Communications 2020) ha supuesto un gran avance al haber cuantificado de manera uniforme y fiable la degradación ambiental y las amenazas futuras en estas zonas secas del planeta, unas zonas tan vulnerables como trascendentales para la humanidad. Este conocimiento plantea a su vez grandes desafíos para la gestión del agua en un mundo cambiante. Desafíos que son especialmente complejos porque deben ser abordados de forma global.

Este artículo ha sido publicado en “EL Ägora. Diario del agua” el 18 de Marzo de 2021. https://www.elagoradiario.com/tribunas/valladares-agua-bomba-de-relojeria/

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

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