Los incendios resultan de la combinación de varios factores. Entre ellos el cambio climático y la acumulación de combustible (material vegetal seco) y las nuevas condiciones sociales juegan un papel crucial al hacerlos más frecuentes e intensos. Heredamos unos bosques que muchos no están ya en equilibrio con las nuevas condiciones ambientales y sociales. Bosques por ejemplo de pinos y eucaliptos, altamente inflamables, que se plantaron hace décadas cuando se daban al menos cuatro circunstancias muy diferentes a la actualidad: 1) una visión de la gestión forestal fundamentalmente productivista (más madera), 2) un conocimiento limitado de la ecología del fuego, 3) un clima menos cálido y extremo, 4) una diferente presencia humana, mayor en las zonas rurales de regiones templadas, y menor en zonas tropicales. Por estas cuatro razones, los incendios están resultando muy diferentes a los incendios que teníamos hace apenas medio siglo.
En zonas templadas, la acumulación de material seco por abandono del campo o por sequías recurrentes, sumada a un clima caluroso y extremo ha generado incendios de dimensiones e intensidades colosales en sitios donde el fuego ya era endémico como en las regiones mediterráneas, en Australia o en California. Los incendios de los dos últimos años en estos dos últimos lugares han quedado en los registros históricos por batir todo tipo de records en relación al número de puntos, a la extensión, a la intensidad (las temperaturas alcanzadas) a la duración y, por supuesto, a los impactos en los ecosistemas y en las infraestructuras e incluso en las vidas humanas.
Estos incendios que han alcanzado dimensiones e intensidades nunca vistas con anterioridad llegan a modificar las condiciones climáticas de toda una región favoreciendo el avance de las llamas. Se inician con la formación de nubes de fuego o pirocúmulos, en las que el aire caliente asciende con las partículas y cenizas y genera auténticas tormentas de fuego que incrementan la velocidad del viento y con ello la oxigenación del incendio y su expansión acelerada. Estas tormentas llegan, en los casos mas extremos, a formar tornados de fuego, unos remolinos en los que el aire ascendente cataliza condiciones de oxígeno y temperatura que retroalimentan el fuego. Pueden alcanzar hasta un kilómetro de altura, con vientos de mas de 150 km/h en su interior. Son absolutamente incontrolables, ante ellos solo cabe ponerse a salvo.
En zonas tropicales, como en Polinesia, Africa o la Amazonía, vemos con preocupación el avance del fuego intencionado para ganar terreno para la agricultura y la ganadería. Estos fuegos tienen tres consecuencias: 1) se salen del control de quienes los inician afectando a bosque primario de gran valor, 2) cambian el clima local y regional, al disminuir la cubierta de árboles, de forma que deja de generarse la lluvia que precisan tanto los cultivos como el propio bosque para regenerarse, 3) aceleran el cambio climático al perderse la gran capacidad de captura y fijación de carbono de estos bosques
En las zonas boreales tenemos la taiga el bosque mas extenso del planeta. Las bajas temperaturas hacen que no sea el mas productivo, pero su influencia en el clima planetario y en el medio ambiente global es de primer orden. Las anomalías climáticas generan incendios en regiones como Siberia de una extensión difícil de imaginar. Fuegos activos durante meses, en regiones remotas y de difícil acceso. En estas regiones se producen los llamados incendios zombies o mas técnicamente incendios “latente”, o “incendios hibernantes”. El tipo de suelo de algunas zonas del Ártico puede arder en las profundidades sin generar llama. Existe material orgánico en profundidad, como pueden ser en las turberas, que puede continuar en combustión durante mucho tiempo y no ser visible desde la superficie. Incluso, puede estar en combustión mientras que la superficie está cubierta de nieve, sobreviviendo al invierno y reactivándose con el deshielo.
Los nuevos incendios tienen tales dimensiones que como ocurre con otras alteraciones ambientales profundas sólo podemos prevenirlos y evitar que ocurran. Una vez que tienen lugar, no hay brigada de bomberos capaz de hacerles frente.
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( votes)Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.
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