Todo proceso de construcción lleva aparejado uno de destrucción. Para hacer pan, construir un edificio o fabricar una silla, hay que transformar ecosistemas y paisajes, hay que consumir recursos y energía. En una situación equilibrada, lo que se construye compensa con lo que se destruye…pero ¿Cómo saber si vivimos en una situación equilibrada? Para contestar a esta pregunta se acuñó el concepto de huella ecológica. Un concepto que tiene dos componentes, el individual y el global.
El gran problema de la actualidad es que ambos componentes están creciendo ya que cada vez somos mas personas en el planeta y cada vez consumimos mas recursos per capita. El ser humano se apropia de una fracción colosal y cada vez mayor de la producción primaria neta de la Tierra. Nos quedamos aproximadamente con la mitad de esta producción. Con la otra mitad tienen que arreglárselas los trillones de animales y organismos no fotosintéticos que viven en todos los ecosistemas marinos y terrestres.
Alimentarnos genera una grandísima huella ambiental. Pero en esta apropiación humana de la producción planetaria, comer representa cada vez una fracción más pequeña. A pesar de ser más personas, y por tanto de haber más bocas que llenar, lo que realmente constituye hoy en día la mayor parte de esa producción que robamos a los ecosistemas son todas nuestras actividades, desde nuestros desplazamientos hasta la fabricación de millones de productos diariamente.
La huella ecológica, como concepto, representa el área de ecosistemas productivos necesarios para generar recursos y para asimilar los residuos producidos por el ser humano. En promedio, cada habitante necesita hoy en día 2,3 hectáreas pero tocamos solo a 1,6 hectáreas por cabeza. No hay más hectáreas. A fecha de hoy, los humanos necesitamos 1,7 planetas para obtener lo que consumimos. Esto implica dos cosas importantes: 1) hace ya muchos años que no aportamos ninguna reserva porque lo consumimos todo, 2) consumir más de lo que se produce nos aboca indefectiblemente a quedarnos sin recursos en poco tiempo. Hay grandes diferencias en la huella ecológica de los distintos humanos: mientras un europeo tiene una huella individual equivalente a 2,7 planetas y la huella de un norteamericano es de cinco planetas, la huella ecológica de la India y de muchos países africanos es de 0,7 planetas. Dicho de otro modo, si la humanidad estuviera compuesta solo de indios o africanos no llegaríamos a consumir la producción neta que cada año realiza el planeta. Esto abre lógicamente un margen para la esperanza: si todos ajustamos la huella a la de indios y africanos, no sobrepasaríamos la producción anual del planeta e incluso incrementaríamos las reservas. ¡Pero no parece que sea ese el objetivo principal de la humanidad!
Los residuos y basuras no solo crecen porque cada vez somos más, sino porque cambiamos la intensidad de nuestro consumo, cambiamos de hábitos, optando por productos nuevos mas elaborados y costosos, y reutilizamos y reciclamos menos a nivel global. Producimos cada año basura suficiente para rellenar un millón de piscinas olímpicas, y solo reciclamos la sexta parte. Las soluciones ante este simple pero dramático dilema ambiental de consumir por encima de la tasa de reposición del planeta pasan por analizar cada sector de actividad y estudiar cómo aplicar las soluciones tecnológicas y logísticas que ya están disponibles.
Si nos fijamos en lo que comemos, por ejemplo, un gramo de proteína tiene una huella ecológica muy grande si procede de carne roja y una huella mucho menor si ese gramo procede de las legumbres. Aquí hay un gran margen de mejora para la parte más consumidora de la humanidad ya que en países como España se consume cuatro veces mas de carne de la recomendada. Lo interesante es que estas recomendaciones no se hacen solo con criterios ecológicos sino también de salud.
Sabemos que mediante una circularización de la economía, por ejemplo, se puede reducir mucho nuestra huella y también organizando mejor las ciudades y el transporte y cambiando la forma en la que generamos energía. Una vez más, sabemos lo que hay que hacer. Queda en la mano de todos revertir la tendencia de nuestra huella ecológica. Las cuentas dan si todos restamos.
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( votes)Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.
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