Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » Vídeo » 5 minutos con » CINCO MINUTOS CON… el Antropoceno

Vivimos como extraterrestres en el planeta Tierra, pensando en conquistar Marte, buscando una salida a los estragos ecológicos y sociales que causamos en la Tierra. Sin embargo, esta salida no resuelve los problemas. Nuestro objetivo no puede ser «mejorar indefinidamente el bienestar de la humanidad» (por importante que nos parezca), sino asegurar un funcionamiento sostenible del planeta, algo imprescindible para nuestra existencia.

El premio Nobel de química Paul Crutzen empleó el termino Antropoceno en el año 2000 para destacar la influencia humana sobre la Tierra. Aún no se reconoce oficialmente esta era, pero la mayoría de los científicos hablamos de Antropoceno por ser un término intuitivo y muy ilustrativo: la era del ser humano. En el Antropoceno nos hemos puesto la cuerda en el cuello sobre todo por tres procesos que estamos acelerando: la contaminación y alteración directa de la tierra y de los mares, la extinción de especies, y el cambio climático.

Hemos superado a la naturaleza como agente movilizador de tierra y sedimentos. Somos capaces de extraer y mover cantidades ingentes de arena para construir ciudades enteras e infraestructuras colosales. Una casa de tamaño medio necesita 200 toneladas, un kilómetro de autopista, 30.000. Cada año se extraen casi 60.000 millones de toneladas de materiales alrededor del mundo. El problema es que la formación de arena es un proceso natural lento, que requiere muchos años, y la demanda es muy superior a la capacidad de regeneración y suministro de arena por la propia naturaleza. A nivel mundial, consumimos el doble de arena de la que generan y transportan todos los ríos del planeta y más del 75% de todas las playas del mundo se están reduciendo por la extracción global de arena.

Después del agua, el cemento es la sustancia más utilizada por la Humanidad. En un solo día producimos hormigón suficiente para rellenar la Presa de las Tres Gargantas en China, las más grande del mundo. Si la industria del cemento fuese un país, sería el tercer país del mundo con más emisiones de dióxido de carbono, solo superado por China y Estados Unidos. El cemento nos permite realizar construcciones increíbles y protegernos de la inclemencia del tiempo. Pero también sepulta inmensas extensiones de tierra fértil, congestiona los ríos, y ahoga muchos hábitats naturales actuando como una segunda piel dura como una roca. Se estima que el hormigón que hemos generado pesa más que toda la masa de carbono de todos los árboles y arbustos del planeta juntos.

El Antropoceno alude tanto al desarrollo socioeconómico y tecnológico como a sus impactos ambientales, muchas veces inesperados o no planificados. Hablar de Antropoceno es hablar de límites planetarios, unos límites que estamos rebasando.

¿Pero Qué son estos límites? Son valores máximos para procesos globales como el clima, el ozono estratosférico, la diversidad de especies o el ciclo del nitrógeno, que, si los superamos, nos alejamos de la zona de seguridad. Lo vemos con el clima, pero también con la contaminación o la pérdida de especies. Estamos extinguiendo unas 200 especies cada día que, al desaparecer, dejan muchas funciones ecológicas sin realizar. Por eso se habla de la sexta gran extinción. La gran extinción del Antropoceno que deja ecosistemas frágiles y disfuncionales.

No tenemos un problema de escasez de recursos, sino más bien de exceso de expectativas. Paradójicamente, es la humanidad misma la que está empujando al Planeta a condiciones en las que nuestra propia supervivencia no será posible. La existencia de unos límites planetarios que en el Antropoceno estamos rebasando nos envía un potente mensaje: hay que buscar la manera de asegurar una vida digna y plena para todos los seres humanos, pero protegiendo al mismo tiempo la integridad de los ecosistemas que sustentan la vida de la Tierra.

Que sustentan toda la vida, especialmente la nuestra, que es una de las más frágiles.

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.