Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » Vídeo » 5 minutos con » 5 MINUTOS CON… el negacionismo climático

La realidad sobre aspectos como el cambio climático es muy molesta. Nos habla de impactos negativos en la economía y en nuestra salud, nos obliga a cambiar hábitos, y nos fuerza a nuevos acuerdos sociales y a nuevos pactos internacionales. No debe sorprendernos que ante tanta dificultad algunas personas opten por negar la realidad.

El problema se acrecienta cuando estos escépticos climáticos, que cuestionan la influencia humana en el clima, o bien son personalidades influyentes, como los presidentes de algunas naciones, o bien se organizan en grupos y partidos políticos que acaban desbalanceando las decisiones apoyadas en la ciencia con propuestas apoyadas en intereses de algunos o simplemente en el delirio.Como el negacionismo frontal del cambio climático y su origen humano no es ya fácil de admitir por una sociedad informada y preocupada, los negacionistas se transforman en “retardistas.” Proclaman que hay cosas mas urgentes como la economía y el bienestar sin darse cuenta de que están precisamente amenazadas por el cambio climático al que quieren restar importancia y sobre todo urgencia.

Una variante de negacionismo particularmente desmoralizante es aquella que niega la efectividad de la acción individual. Los negacionistas se reinventan ante la imposibilidad de convencer de que el ser humano no tiene nada que ver con el cambio climático. Combinando medias verdades y una narrativa provocadora y envolvente, algunas personalidades destacadas, y algunos “influencers” en las redes sociales se entregan a la idea derrotista de “hagas lo que hagas no vas a lograr nada” torciendo la realidad. Por ejemplo, ponen el foco en que solo un 4% de las emisiones se pueden reducir con cambios de hábitos individuales, citando el informe Emisiones netas cero en 2050 de la Agencia Internacional de Energía, pero obviando que otro 55% depende de opciones vinculadas al consumidor.

Otra variante de negacionismo, bastante común, es la de que, aunque el cambio climático sea una amenaza, las cosas globalmente y en general no se pueden cambiar Y hay otras cosas mas urgentes e importantes. Esto genera dos posibilidades del correspondiente discurso: o bien nos dirigimos ineludiblemente a un colapso global (y quienes defienden esta opción reciben el nombre de colapsistas) o bien no hace falta cambiar nada importante ni reformar nuestro modelo socioeconómico porque la tecnología nos salvará (y son conocidos como tecnoptimistas).

Algunas personas e instituciones argumentan por ejemplo que no se puede pasar a una producción energética 100% basada en renovables, que no hay minerales suficientes, por lo que debemos seguir usando combustibles fósiles, que aún quedan muchos. Son los escépticos de las renovables. Expertos sobre todo en crear dudas. Dudas en si hay minerales suficientes, en si la energía que se requiere para construir e instalar renovables y electrificar vehículos es astronómica. Dudas que no concuerdan con la creciente evidencia de que la energía del mundo puede ser 100% renovable en 2050. Serían tecnopesimistas pero igualmente problemáticos para avanzar en la lucha con el cambio climático.

Para complicar las cosas, algunos científicos y asesores científicos de alto nivel saltan también a la esfera de escépticos y negacionistas. Científicos negacionistas han participado, de hecho, a lo largo de más de cuatro décadas en campañas efectivas para confundir al público y negar verdades científicas comprobadas. En varios casos son incluso las mismas personas las que afirman que la ciencia del calentamiento global no es concluyente, que fumar no guarda relación con el cáncer de pulmón, ni el humo de carbón con la lluvia ácida, ni los gases clorofluorocarbonos (CFC) con el agujero de la capa de ozono. Estos pocos científicos que se alejan del consenso y la evidencia de la ciencia en temas cruciales para la humanidad tienen conexiones directas y profundas con el mundo de la política y de la industria, mundo al que apoyan a cambio de financiación. Han sido llamados mercaderes de la duda, porque la duda es su producto mejor elaborado.

El proyecto de investigación ThinkClima, auspiciado por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona analiza quienes, cómo y porqué introducen dudas sobre el cambio climático y la influencia humana. Y por ejemplo encuentran otras formas de negacionismo, como los retardistas, que no niegan el cambio climático, pero buscan retrasar las soluciones. Detrás de ellos hay grupos de interés de la industria contaminante, y los expertos de este proyecto y ecologistas advierten del peligro de que calen sus mensajes en la sociedad.

Cada vez son más las voces que proponen tolerancia cero con el negacionismo y el escepticismo climático. Hay demasiado en juego para ampararse en la libertad de expresión y sembrar dudas sobre la influencia humana en el clima. Es hora de condenar el negacionismo climático del mismo modo que condenamos la apología del terrorismo o la negación del holocausto.

Los contenidos desinformativos no se pueden fabricar ahora directamente a partir de mentiras y por eso se combinan medias verdades, datos veraces e interpretaciones delirantes para crear confusión. Cuando ridiculizar a Greta Thunberg o culpar a China de todos nuestros males climáticos no funciona, entonces se descalifica a los ambientalistas y activistas climáticos. Todo parece valer con tal de ganar un poco más de atención, mantener una actividad económica contaminante a toda costa o para conseguir financiación.

Solo queda apelar al sentido crítico de la ciudadanía, instar a que se comprueben las fuentes y a sembrar, entre todos, las redes sociales y los espacios públicos con piezas veraces de información. Contamos contigo.

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.