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La Laguna de Salinas es un salar de aguas someras, ​ que se localiza al sur del Perú, a 60 kms de la ciudad de Arequipa, dentro de los límites de la Reserva nacional de Salinas y Aguada Blanca. Su extensión máxima es de unas 6 200 hectáreas, que disminuye mucho durante la estación seca, hasta quedar reducido a una costra de sal. Se eleva a 4 300 m sobre el nivel del mar y está rodeada de bofedales que son alimentados por agua de lluvia y deshielos. En 2003 entró a formar parte de los espacios protegidos dentro del convenio RAMSAR por su importancia a nivel internacional. La minería es la actividad principal en el entorno de la laguna, en la que se ha establecido un centro minero para la extracción de boratos de sodio. Los pobladores de la zona también realizan un pequeño aprovechamiento económico de la sal (cloruro de sodio). Los volcanes Pichu Pichu y Ubinas dominan el paisaje.

La laguna de Salinas sustenta una población de más de 20 000 aves acuáticas en algunos momentos del año. Destaca la presencia de las tres especies de flamencos andinos, alcanzando poblaciones de hasta 21 000 individuos durante la estación de lluvias, lo que representa ​ el 3% de la población mundial de flamenco común (Phoenicopterus chilensis), el 2 % de la población mundial del flamenco de James (Phoenicoparrus jamesi) y el 0,6 % de la población mundial del flamenco andino (Phoenicoparrus andinus). Son importantes también Tringa flavipes, T. melanoleuca, Calidris bairdii, C. fuscicollis y Phalaropus tricolor, dos especies de América del Sur (Calidris melanotos y Muscisaxicola flavinucha) y dos de los Andes (Flavinucha flavinucha y Plegadis ridgwayi). Rodeando a la laguna se encuentra importantes bofedales con vegetación emergente de Distichia muscoides, Alchemilla pinnata, Lilaeopsis macloviana, Festuca dolichophylla y Ranunculus flagelliformis.​ La vegetación dominante en el entorno de la laguna está caracterizada por la formación de pastizal altoandino, conformado principalmente por los géneros Nassella y Calamagrostis.

En este entorno decidimos hacer una de nuestros primeros entrenamientos en altitud, completando 9 kilómetros a un ritmo pausado de unos 7 minutos el kilómetro. La experiencia corriendo a 4300 metros de altitud resultó algo extenuante pero el entorno y las espléndidas vistas compensaron con creces el esfuerzo.

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

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