Estamos en un momento histórico pero también controvertido y convulso de la conservación del lobo en España. Se ha prohibido su caza también al norte del Duero. Por si faltaran razones para detener la caza del lobo tengamos en cuenta su importante función en la regulación ecológica de enfermedades infecciosas, muy bien demostrada para el caso de la tuberculosis animal.
La vacuna de la biodiversidad, la vacuna de la naturaleza bien conservada, esa que nos protege a los humanos de las infecciones que pueden acabar en pandemias, también opera con la fauna silvestre. Y la fauna la necesita. Sabemos que la presencia de lobos disminuye la prevalencia de la tuberculosis animal en jabalíes de Asturias. En ese caso, la vacuna es el lobo. La fragmentación y degradación de hábitats fomentan las enfermedades infecciosas en animales salvajes de todo el mundo.
Preocupados como estamos por la covid-19 es comprensible que se deje de lado la salud de la fauna. Sin embargo, hacerlo es olvidar que en la biosfera solo hay una única salud global. Y olvidarlo hará que sigamos enfermando. Como ilustra el informe del grupo de salud de la fauna (WHSG) de la IUCN, las poblaciones de animales salvajes tienen crecientes problemas debido a enfermedades infecciosas acentuadas por acciones humanas. Estos problemas tienen consecuencias significativas, desde impactos en la polinización, el control de plagas, las cadenas alimentarias, la productividad del suelo, los medios de subsistencia de millones de personas, y directamente en la salud humana por el incremento de zoonosis.
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( votes)Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.
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