Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » Ampato 2022 » Preparándose para la altitud

Casi cualquier cosa que se quiera hacer en países andinos como Perú requiere pasar tiempo en altitud. Y nuestro cuerpo sufre con esa altitud. Si encima queremos hacer una actividad física intensa, como era nuestro objetivo con la Expedición Ampato 2022, hay que tomarse bastante en serio la aclimatación.

Una buena forma física ayuda, pero no exime, del mal de altura o soroche, ya que hay un fuerte componente genético en la predisposición a sufrir este mal. Mientras unas personas se derrumban en cuanto pasan de 3000 metros, otras apenas notan nada hasta los 5000. Los 5000 metros se toman como un límite biológico para el ser humano y de hecho no existen asentamientos humanos estables y de cierta magnitud por encima de los 5500 m de altitud en ningún rincón del mundo. Cuando se habla de alta montaña en montañismo, se piensa en el límite de la nieve permanente, algo que varía bastante con la latitud. Desde el punto de vista de la biología humana se distinguen cuatro zonas en relación con la altitud: baja altitud (hasta los 1000 m.s.n.m.) aquella en la que los individuos sanos no sufren ninguna modificación fisiológica ni en reposo ni en ejercicio; media altitud (hasta los 2000 m.s.n.m.) en la que se experimentan algunos efectos y el rendimiento físico se ve afectado; altitud elevada (hasta los 5500 m.s.n.m.) donde se observan modificaciones fisiológicas incluso en reposo, siendo muy acentuadas durante el ejercicio; y altitud muy elevada (por encima de los 5500 m.s.n.m.) en la cual el efecto deletéreo sobre las funciones fisiológicas es muy marcado.

El principal efecto de la altitud sobre la fisiología humana se debe a la disminución de la presión atmosférica y por tanto de la presión parcial de oxígeno. La hipoxia genera una gran variedad de efectos en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo disminuye el uso de lípidos como fuente de energía y pasa a centrarse en los carbohidratos. Aumentan los niveles de glucagón, de corticosteroides, de catecolaminas y de insulina, así como de la hormona antidiurética y las hormonas tiroideas. El soroche o mal de altura se manifiesta como náuseas, mareos, agotamiento y cefaleas. Normalmente si se sube muy bruscamente de altitud y no se está aclimatado el soroche dura de 2 a 4 días, durante los cuales los síntomas desaparecen gradualmente. Las formas más peligrosas de mal de altura incluyen dos tipos de edemas. El edema pulmonar de altura (EPA) es el aumento de la cantidad de líquido en los pulmones que dificulta la respiración y puede incluso conducir a la muerte. Entre los síntomas tenemos: dolor de cabeza y fatiga, tos, falta de aire, cansancio, dolor de pecho, funcionamiento anormal de los intestinos, la vejiga, visión y deterioro de la coordinación, trastornos en la coordinación que pueden hacernos caminar en zigzag o tambalearnos. El edema cerebral de altitud (ECA): se produce cuando la fuga del líquido del cerebro provoca una inflamación que afecta el sistema nervioso central. Los síntomas del ECA incluyen dolor de cabeza, paso tambaleante, fatiga severa, somnolencia, alucinaciones, procesos mentales alteradas, dificultades con el habla, ceguera, vómitos, parálisis de las extremidades, pérdida de la memoria. Si estamos ante estos cuadros, toca bajar en altitud rápidamente, descansar e hidratarse y contactar a los servicios médicos si los síntomas no desparecen rápidamente. Mascar coca y tomar productos ricos en carbohidratos ayudan a sobrellevar estas situaciones que normalmente no se producen si vamos subiendo en altitud progresivamente, y si alternamos algunas horas por encima de 4000 con horas en torno a 3000 o menos.

Además de la disminución de oxígeno, el vapor de agua también disminuye con la altitud. Y lo hace muy rápidamente: a 2000 metros su cantidad en la atmósfera disminuye a la mitad, y a 4000 m a menos de un cuarto. Dado que nuestro cuerpo humedece el aire que inspiramos, inspirar un aire tan seco y exhalarlo casi saturado de humedad es el principal factor que lleva a la deshidratación en montaña. A este proceso se suman el viento que suele soplar con fuerza. Las bajas temperaturas (la temperatura promedio disminuye 1 ºC cada 150 metros) hacen que el aire inspirado sea tan frío como seco, lo cual es una dura prueba para nuestras vías respiratorias. Otro factor más es el incremento de la radiación ultra violeta. A partir de los 2000 m cada 100 metros de elevación supone un incremento de un 1% de la radiación UV. La nieve y el hielo pueden incrementar la incidencia de la radiación UV en más de un 80%, por lo que hay que proteger bien los ojos, los labios y la piel en general, sobre todo a partir de los 3000 metros.

Evidentemente, con solo una semana de aclimatación no pudimos aclimatarnos a todos estos factores, pero si pudimos constatar como respondía nuestro cuerpo y que capacidad teníamos para hacer ejercicio intenso por encima de los 4000 metros. Una buena aclimatación requiere 3 o 4 semanas, pero una semana permite una primera adaptación a la que podemos ayudar hiperventilando, es decir, respirando profunda y repetidamente para compensar las bajas concentraciones de oxígeno, e hidratándonos bien. Que fue lo que hicimos mientras exploramos los volcanes y zonas próximas a la ciudad de Arequipa.

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

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