Estás aqui -> Inicio » En mi tiempo libre » Trotando » Hoy, correr en ayunas y luego… ¡des-ayunar!

Nunca me había dado cuenta del significado de la palabra desayuno hasta que hoy le dije a Lucía “hoy me toca correr en ayunas y luego desayunar” … Pues claro, ¿Qué vas a hacer después de ayunar?, pues ¡desayunar!” Obvio, ¿no?… Será obvio, pero nunca en mi medio siglo de vida me di cuenta de lo que hacía realmente al desayunar…

Para que palabras como desayuno o desayunar estén tan extendidas, y signifiquen algo tan claro como “romper el ayuno”, debe ser que esto de ayunar y desayunar es algo tan antiguo como la humanidad… ¡Y yo que pensaba que estaba haciendo algo “moderno” por ayunar y desayunar!

Si uno rebusca, se da cuenta de que en inglés significa exactamente lo mismo: “breakfast” romper el ayuno (fast). Y en francés igual: “déjeneur” romper el ayuno (jeûne). En alemán se les va un poco la olla y desayuno (Frühstück), significa simplemente ‘comida de la hora que quieras’.

Pero al menos en tres idiomas se hace alusión al evidente hecho de que mientras duermes, no comes. Y eso significa un ayuno de varias horas. De hecho, distintas dietas aprovechan esto para alargar un poco más el ayuno, cenando pronto y desayunando tarde y dejando libre el estómago durante 14 o 16 horas sin mucho esfuerzo, ya que la mitad de ese tiempo estamos durmiendo. Este ayuno extendido tiene efectos beneficiosos y ayuda a regular muchas funciones vitales, aunque como todo, no es una opción milagrosa ni apta para todos los públicos. En ocasiones se presenta como una opción para perder peso, pero se ha visto que en realidad no es muy útil para perder peso y que no funciona por sí sóla, ya que, para perder peso, este ayuno debe ir acompañado de más cosas: regular la ingesta en el “desayuno” y no atiborrarse, hacer ejercicio, etc.

En mi caso, como en el de la mayoría de atletas que buscamos inducir adaptaciones de ultrarresistencia, el ayuno, y el correr (o hacer ejercicio aeróbico) en ayunas, ayuda a entrenar el metabolismo de las grasas, y que el cuerpo aprenda a usarlas pronto y bien como fuente de energía. Las grasas contienen mucha energía, y por eso el cuerpo la almacena, por si acaso vienen malos tiempos. Pero la transformación de la grasa en energía (el proceso inverso a comernos un torrezno, es decir, deshacer los “torreznos” que tenemos a modo de reservas de grasas por todo el cuerpo) se hace lentamente, mucho más lentamente que la transformación de los azúcares en energía. Por eso el cuerpo usa primero el azúcar, empezando por el que tiene más a mano, en la sangre, en forma de glucosa. Cuando se acaba (dura algunos minutos si el ejercicio es intenso), empieza a consumir el glucógeno (el “hermano mayor” de la glucosa, un azúcar más complejo que se acaba desmontando en unidades de glucosa) almacenado en músculos y después el almacenado en el hígado. Estas reservas de glucógeno se gastan en media hora, aunque si hemos hecho una buena recarga de azúcares y si somos muy eficientes con nuestro ejercicio, podemos hacerlo durar dos o tres horas.

El cuerpo es muy reacio a usar grasas, pero si se anima a hacerlo, tenemos fuente de energía para rato. Hasta la persona más flaca tiene grasas para aportar energía al ejercicio durante días, pues apenas unos gramos de grasa contienen muchas calorías. El problema es que la liberación de esa energía contenida en las grasas es muy lenta. Y por eso hay que entrenar al cuerpo. Por eso hay días que nos toca “correr en ayunas” para que el cuerpo empiece a usar grasas antes y mejor: tras el ayuno nocturno queda poco azúcar disponible y no le dejamos mucha mas alternativa al cuerpo que usar grasas para mover los músculos.

En fin, todo esto para descubrir lo que la humanidad lleva sabiendo de siempre, que tras la noche nos levantamos con hambre, y que el cuerpo nos pide romper el ayuno con un buen desayuno. Y eso que algunos sólo toman un café cortado… ¡pero eso ya es otra historia!

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Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.