Estás aqui -> Inicio » La salud de la humanidad » Daimiel agoniza, pero sabemos cómo resucitarlo

Llevamos demasiados años presenciando la agonía del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, un lugar excepcional y hermoso por su geología, sus paisajes y la gran exuberancia de vida que el agua ha hecho posible a lo largo de su historia. Y precisamente el agua es su amenaza. Un agua que los humanos sobrexplotamos y que el cambio climático hace escasear en estas secas regiones manchegas. Hace ahora 50 años desde la declaración del Parque Nacional. Han pasado 50 años en los que a Daimiel ha habido que mantenerlo a flote de manera artificial. Siendo como es, hijo del Guadiana y del Gigüela, se ha recurrido al río Tajo y a una serie de pesas para retener un agua escasa que hay que bombear desde el subsuelo. Es evidente que una parte del valor de Daimiel se ha perdido no solo, y muy especialmente, por la falta de agua, sino también por estas soluciones de emergencia que limitan la dinámica natural de un sistema hidro-geológico tan complejo como fascinante. Daimiel ganaría mucho si se legislara y se velara por una gestión sostenible de las aguas subterráneas, por un control de los pozos ilegales, pero mientras algo tan lógico y necesario ocurre, hay un grupo de científicos de la Universidad de Castilla La Mancha que proponen algo diferente e inspirador. Algo que se apoya en la naturaleza y que no le impone un proyecto humano a la naturaleza. Algo que es, como todo lo que se alía con la naturaleza y no se pelea con ella, eficiente y resiliente, sostenible y funcional. Algo que resulta de años de observar, estudiar y analizar de donde sale el agua en toda la zona de la parte alta del río Guadiana, y de entender cómo ha cambiado la hidrología y la geología de la zona a lo largo de su historia, una historia de usos en la edad del bronce, en el periodo romano, en la edad media, en el siglo XIX. Entender cómo han respondido las tablas de agua y los ojos o manantiales a otros cambios climáticos del pasado. Entender como esta zona pasó de río a humedal por cambios en el sustrato, en su inclinación, en el tipo de depósitos, en el régimen de lluvias y en la dinámica del agua en el subsuelo, en esa extensa red de acuíferos y depósitos que solo afloran en ojos y ojuelos, y, por supuesto, en las Tablas.

En este grupo de investigadores, que viene a sumarse a los numerosos científicos y científicas del Instituto Geológico y Minero, del CSIC, de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos, y de otras universidades como la Complutense o la de Alcalá de Henares, así como varios técnicos de Parques Nacionales, del CEDEX o de instituciones locales como el Museo Comarcal de Daimiel, figura Alberto Celis, impulsor de la iniciativa. Una iniciativa que se apoya en la constatación de algo fácil de comprender, algo tan obvio e importante como que Las Tablas de Daimiel dependen de lo que ocurra en el Alto Guadiana. Por tanto, la solución lógica, saludable, eficiente y sostenible es ampliar el parque nacional actual a todas las tablas fluviales desde los Ojos del Guadiana hasta Alarcos y a la mayor parte de las del Gigüela, llegando hasta las Tablillas del Záncara. Un parque así requeriría menos intervención y gestión humana, ya la biodiversidad, la geología y la hidrología harían buena parte del trabajo. Un parque así debería ampliar también su nombre, y pasar a tener los apellidos que lo expliquen. La ciencia propone, y desearía dar la bienvenida, al Parque Nacional de Las Tablas y los Ojos del Guadiana.

Repasemos brevemente por qué salvar Daimiel y todo el sistema de tablas fluviales de los Ojos del Guadiana vale la pena. Este humedal, compuesto por lagunas, tablas y manantiales es el último ejemplo ibérico de llanuras de inundación activas (lo que se conoce como tablas fluviales), llanuras en el curso medios de ríos que se desbordan. A nivel europeo, sólo podemos encontrar ecosistemas similares en los ríos Shannon en Irlanda y Spree en Alemania. A nivel mundial, en Asia, destacan la confluencia del Tigris y el Éufrates en Irak, y en África, sólo estaría representado por el delta interior del río Okavango en Botsuana. Además de Parque Nacional, Daimiel es una zona de especial protección para las aves o ZEPA y forma parte de la Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda.

El estado de degradación en el que es habitual ver al parque ha hecho que la Comisión Europea haya abierto varios expedientes al Gobierno de España y que la UNESCO haya planteado varias veces retirar el reconocimiento de Reserva de la Biosfera. En el año 2009 la falta de agua crónica se agudizó, y la turba seca ardió durante meses. La superficie inundable del parque supera las 1.700 hectáreas, pero son cada vez más frecuentes las situaciones en las que apenas hay 60 hectáreas cubiertas por el agua, apenas un 3%. Situaciones en las que hay que cerrar el parque a las visitas. La extraordinaria capacidad de la naturaleza para recuperarse se ha puesto de manifiesto en periodos más lluviosos o cuando han llegado aguas trasvasadas del Tajo, pero el acuífero, que es esencial para la dinámica y el funcionamiento de este ecosistema, no se regenera en unos meses de lluvia y requiere protección y gestión a largo plazo.

El Guadiana, río principal de todo el sistema, aflora aguas arriba de las Tablas de Daimiel en los famosos «Ojos del Guadiana» que cada vez son más difíciles de ver. Estas surgencias son puntos de descarga del gigantesco acuífero 23, un embalse subterráneo de 5.000 kilómetros cuadrados, que se ha ido sobreexplotando de forma descontrolada a lo largo del siglo XX por una agricultura que reniega del secano y se entrega al regadío, mediante más de 23.000 pozos, la mayoría ilegales. El cambio climático ha hecho el resto. La economía local, los visitantes del Parque Nacional de Daimiel, los naturalistas y científicos de todo el mundo y, por supuesto, la flora y la fauna, se beneficiarían enormemente de una protección integral del alto Guadiana. A través de los servicios y funciones que este parque genera, todos nos beneficiaríamos de la ampliación del parque para incluir todas las Tablas y Ojos de este río singular, que aparece y desaparece, y que es capaz de generar con ello tanta riqueza. Una solución sensata y evidente que todos deberíamos apoyar.

¿Te ha gustado?

Sending
User Review
0 (0 votes)

Fenando Valladares

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.

Aprender y enseñar forman un círculo virtuoso del que obtengo energía y motivación para los proyectos más ambiciosos y disparatados.